Manifiesto
Me considero parte del arte cinético. Utilizo colores de manera espontánea logrando crear movimiento a través de cómo los combino, los implemento y los degrado en forma secuencial y continua.
Mis comienzos en el dibujo y la pintura se remontan a mi infancia. Mi sensibilidad espiritual está ligada a mi madre que, desde muy pequeñito, me inició en el camino del arte y la percepción interior.
Me gradué como arquitecto y me incliné por el realismo, lo cual estimuló mi inspiración. El abstracto fluyó de manera veloz y sorpresiva. El pincel se desplazó desde un principio por la tela de un modo enérgico, vertiginoso y visceral, unificando lo cósmico con lo divino, lo orgánico con lo ecológico, en el fondo de un todo.
El ser arquitecto me brinda la posibilidad de enriquecer mis obras donde aplico, desde lo inconsciente, lo aprendido a través de los años. Disfruto jugar con las formas, los colores, el espacio, el movimiento y la luz. Cada una de mis obras está concebida en el tiempo, en lo cuántico, en la cosmogonía y en un constante bucear mi universo interior.
La técnica del óleo fue mi primer amor. Él me excita, me hace sentir orgánico, mi interior vibra con su aroma y con sus colores insospechados. El óleo es tan versátil que me permite viajar al pasado, evocar a mi madre y reencontrarme con ella en esos momentos de fusión donde compartimos el arte de pintar y trascender.
El acrílico también me gusta. Se complementa con el óleo
en una conjunción divina de tiempos y acabados. Intento enriquecer
mis obras buscando nuevos materiales, relieves y volúmenes a
través de diversas técnicas mixtas que ponen a prueba
constantemente mi espíritu inquieto, curioso, y mi creatividad.